Ganando confianza

El día amaneció gris y casi haciéndole un guiño al destino la lluvia decoraba lo que podría haber sido una escena dramática. Por que más allá de la pasión de la gente por volver a disfrutar del equipo en el Monumental, la historia tenía un lugar reservado para este partido: el debut en la segunda categoría del fútbol argentino. Pero los nervios, la ansiedad y angustia se agotaron al momento exacto en el que la pelota comenzó a rodar; y en ese instante, la sorpresa de darnos cuenta que este simple juego nos transporta a un grado de locura que pocos comprenden. Ahí, sentado en el banco estaba el Pelado, un referente del plantel que se fue, pero el elegido para comandar a los jugadores que intentarán volver.

Pero antes de hablar de fútbol es necesario entender el contexto: la vuelta al escenario que los despidió de Primera, el reencuentro con la gente que los abucheó y la presión por demostrar que, pese a jugar la BN, River es un grande que intenta desplegar un buen juego. Estos detalles no son menores y terminan siendo importantes para entender muchos de los errores que se cometieron. Porque si tenemos que hacer un balance, el equipo no jugó bien y hasta se vio superado por un Chacarita que demostró las características clásicas de un equipo del ascenso: defensores rudos, pero lentos; mediocampistas con buena pegada y mucha entrega; sumado a una dupla de delanteros en la que uno es el tanque que aguanta y otro el rapidito que lo asiste.

En cuanto al River que paró Almeyda hay que destacar por encima del resto la actuación del Chori Domínguez quien demostró, por su juego, que será un referente dentro de la cancha. Carlos Sanchez y el pibe Abecasis fueron los otros puntos altos del equipo por entrega, juego y presencia. El volante oxigenó el medio, le dio salida al equipo y trató de cumplir su rol: conectar las lineas; mientras que el lateral aportó marca y proyección, lo básico que se le pide a un jugador que ocupa ese sector. El resto de los debutantes: Alayes, Aguirre, Otero, Domingo y Cavenaghi no pudieron lucirse y terminaron redondeando una tarea regular. Pero no hay que ahondar en la crítica por las razones descriptas en el párrafo anterior.

Se ganó confianza y, por una semana, volvió a surgir algo así como un sentimiento de tranquilidad. El entrenador demostró que la parte física es un pilar en su conducción y un germinal modelo de lo que de alguna forma será el nuevo River. Pero tampoco resigna el juego y, gracias a los jugadores del plantel, hay material para ilusionarse. El Monumental volvió a sonreír, como no la hacia desde hace 12 partidos, o en tiempo: cuatro meses. Hace falta retomar la mística de la localía, hacerse fuertes para recuperar el prestigio que algunos creen que perdimos. La gente acompañó, el equipo respondió y comenzamos a transitar el lento, y tedioso, camino del regreso.